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viernes, 29 de abril de 2011

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Y tengo memoria selectiva, así que no olvidaré tu nombre.

Ni tu nombre, ni tu sonrisa de niño travieso, ni cada chorrada que soltabas al aire, ni las muecas que hacías para sacarme una sonrisa, ni las cosquillas en el vientre, ni esas pecas que tienes en las mejillas, ni tu forma de ser, ni esas palabras que me decías al oído, ni aquel abrazo cálido que me diste cuando las cosas iban mal, ni la sensación de independencia del mundo que me rodea cuando estoy a solas contigo, ni las risas que me echaba y mis ataques de hiperactividad que me entraban al encontrarte a mi lado. Puedo ser muy especial con la gente, puedo olvidarte como si tuviese Alzheimer, o ser lo más rencoroso que te puedes encontrar en el mundo, ¿sabes? Pero contigo, haré una pequeña excepción. Me acordaré de ti siempre, quieras o no. Te mereces esa excepción, me has marcado, al igual que un clavo en una puerta; al quitarlo, se va, pero deja marca. No sé si tú harás lo mismo cuando lo nuestro acabe, que espero que sea afín. Solo decirte eso, que te quiero.



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